VICTORIA RODRIGO. EL CONCEPTUALISMO DEL ARTE
“Un arte de ideas y de conceptos grandes ha sido sustituido por un arte
de vivencias individuales, Iniciarse en esta línea significa penetrar en un
mundo infinitivamente más rico de posibilidades representativas que aquel
estereotipo, claro y comprensible al que estamos por tradición, habituados”
Arnau Puig. Escritos de estética.
1987
Es cierto que las vivencias
personales permiten al ser humano entender o comprender mejor lo que sucede en
su entorno más próximo, adentrándose en
un terreno complejo y difícil, pero a la vez sugerente, que logra solventar los problemas que vayan surgiendo. Pero si se es artista, se acrecienta la idea de conocer en profundidad esta
realidad inmediata. Por ello siente la necesidad de plasmar en sus obras estas
inquietudes, debido a que todo acto creativo conduce a mostrar sensaciones y
emociones, que a ojos del espectador no se perciben, siendo tarea del artista
enseñarlas, y mostrando un pensamiento libre de prejuicios, aunque también lleno de razonamientos estéticos.
Precisamente esto es lo que
ocurre cuando contemplamos el trabajo de Victoria Rodrigo, que desde hace dos
décadas expone con asiduidad en diversas galerías, centros culturales y museos,
tanto en nuestro país como en el extranjero. Aunque hace poco tiempo que conozco su labor
creativa, me ha sorprendido gratamente, sobre todo por querer mostrar al
público una obra muy diáfana y honesta, tanto en sus planteamientos estéticos, como en sus
planteamientos conceptuales, apartándose de todo lo que sea convencional y
gratuito, buscando su propia identidad, tanto a nivel pictórico como en sus instalaciones más recientes.
Las suyas son propuestas multidisciplinares, desenvolviéndose en
campos creativos bien diferentes, ya que al margen de la pintura y la
instalación, se adentra también en el terreno de la ilustración, el video, el
diseño, la escenografía y el dibujo. Todas
estas disciplinas le ayudan a tener una
mentalidad más abierta, acorde a los tiempos actuales, que le permite integrar
aspectos y técnicas que, por sí mismas tienen propia personalidad.
Definir o clasificar la obra de
Victoria Rodrigo se me antoja difícil, pero no tanto por sus diversas facetas
creadoras, sino más bien desde el punto de vista de incluirla en una tendencia
artística determinada, pero si tuviera que hacerlo, lo haría desde el expresionismo,
un expresionismo próximo a los postulados de los artistas alemanes de
principios del siglo XX, principalmente por su carácter de denuncia político-social,
así como también por pintores contemporáneos, caso de Gerard Richter, Sigmar
Polke, George Baselitz, o del recientemente fallecido Lucien Freud, todos ellos
representantes de un expresionismo realista que fusiona dramatismo con emotividad.
Desde sus inicios Victoria
Rodrigo se ha interesado por la
figuración, una figuración que va más allá de querer representar la realidad, pero
no desde la óptica surrealista, aunque algunas de sus obras así lo parezcan,
sino desde una visión interior, más
íntima, que busca aproximarse a la naturaleza. Esta relación entre el ser
humano y su entorno físico, significa la existencia de dos mundos que se
fusionan, aunque aparentemente la visión
que tenemos de ellos sea de entes individuales.
Con el transcurso del tiempo, la
artista ha ido sintetizando la forma y el color. En el primer caso, se percibe la
idea de abstracción, como si quisiera apartarse de la figuración, dejando
traslucir solamente el concepto, pero en
cambio en otras obra, sí que aparece la
figura plenamente, sobre todo cuando representa rostros humanos. Respecto al color,
lo trata de diversas maneras, aunque
predominan los colores primarios monocromos, pero si el tema lo requiere va
acentuando la intensidad cromática través de otras gamas.
A nivel temático su obra es muy
homogénea, ya que las series sobre rostros masculinos y femeninos, la
naturaleza, los grupos y la génesis, aparecen habitualmente en sus
composiciones. Son temas que va alternando,
aunque recientemente se interesa más por los elementos relacionados con la naturaleza
–árboles- y todo lo concerniente a la representación del rostro humano, lo que indica que le interesa lo vital. De hecho se trata de vincular al
ser humano con su entorno físico.
En cambio la técnica y el soporte empleados
los ha ido modulando, ya que si durante un tiempo se interesó por la técnica
del batik sobre seda, que es un procedimiento creativo muy original, que no
suele emplearse aquí, pero que cautivó a la artista ya que le ofrecía nuevas
perspectivas plásticas. En el batik se emplea la cera de abeja fundida encima
de la tela de seda, sumergiéndola en tinta. Esta acción se repìte varias veces
hasta conseguir el resultado apetecido. Aunque a priori el soporte sea muy frágil, en realidad no lo es tanto, lo
que ocurre es que al ser un material muy dúctil produce esa sensación, pero si se
aplica con suavidad y destreza se consigue unos resultados muy positivos.
También las acuarelas sobre papel le sirven como pretexto para mostrar su obra.
Tanto la tela como el papel son materiales sensibles y maleables que permiten a la artista ir más allá en sus
planteamientos estéticos.
El movimiento, el ritmo
compositivo, así como una atmósfera adecuada, son otros motivos de atención
para Victoria Rodrigo. Ello se percibe en cada instante, principalmente cuando realizó
la serie sobre la génesis o los grupos
de personas, más conocidos como “los visitantes”. En la génesis, aparecen
madres e hijos o fetos circulando dentro de una especie de líquido amniótico, unidos
por el cordón umbilical –que posteriormente lo relacionaremos con las raíces de los árboles-. Respecto a los
grupos, son personajes que aparecen
desnudos, observándonos o moviéndose. A diferencia de la serie sobre los
rostros, aquí son personajes sin identidad propia, como una especie de
espíritus o fantasmas.
En cuanto a la naturaleza, los
árboles son los principales protagonistas, tanto en sus pinturas como en
sus instalaciones. Son árboles casi irreales, que tienen su propia
singularidad. Los árboles están unidos a la tierra a través de sus raíces. Concretamente
en una de sus principales instalaciones se observa como el árbol se va fusionando con el soporte, en este
caso la pared, percibiéndose una especie de telaraña, como una torre eléctrica que va elevándose y
mostrando su interior. Asimismo, también aparece el lenguaje escrito, tanto si
es propio como si no. Ello le sirve para ahondar más en sus planteamientos
artísticos. La palabra y la forma se complementan perfectamente, ya que una
necesita de la otra y así
simultáneamente. Son obras que se aproximan a una idea conceptual, tal como lo hacía Joseph Beuys. Este tipo de lenguaje
también aparece en otras series, logrando que el espectador se sienta atraído
respecto a esta manera de representar la realidad.
Respecto a los rostros, es aquí
en donde surge la artista más expresionista. Se produce una fragmentación de la
figura, no desde la óptica cubista, sino que prefiere remarcar ciertos aspectos
de ella, como por ejemplo los ojos, o lo que es lo mismo: la mirada. Una mirada
llena de preocupación, pero también de esperanza, reflejando sus sentimientos
más profundos. Incluso hay obras en las que prescinde de una parte de la cara, como si tuviera un
lado positivo y otro negativo. Todo ello
conduce a la metamorfosis del cuerpo, que para la artista es esencial, al
transformarse la parte más íntima y real del ser humano.
Finalmente, Victoria Rodrigo
también se acerca al campo de la ilustración, publicando diversos libros en los
que sus dibujos acercan al espectador a un viaje por el universo infantil. Son
dibujos que sirven para entender y comprender mejor el significado del libro.
Es obvio que un texto sin imágenes ayuda al lector a idealizar las escenas que aparecen, pero en
cambio no puede disfrutar de ellas, por lo que considero que es beneficioso y
sugerente que la lectura vaya acompañada de ilustraciones.
La galerista Marisa Garnelo, gran
conocedora de su trabajo, señala que “su obra está creada con delicadeza y
poesía visual, inspirada en los sentimientos y las palabras, a la que se unen
el lenguaje metafórico y el simbolismo”. Creo que en estas palabras definen muy
bien como es la labor creativa de
Victoria Rodrigo. Solamente añadiría que
en su obra se percibe una sensación de placer que se extiende por un universo
creador de formas y colores que permite al
espectador contemplar y disfrutar de ese momento tan especial como es observar una obra de arte realizada desde el
sentimiento más íntimo.
Ramon Casalé
Membre de l’Associació
Internacional de Críticos d’Art
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